|
Tiripetío
"Lugar de Oro"
Tiripetío, pueblo que hunde sus raíces en sus aproximadamente 650 años de vida, significa en idioma purépecha literalmente “Lugar de Oro”, en alusión al significado simbólico-religioso que tenía para los indígenas el oro como sinónimo de belleza o para referirse a lo divino. Cuenta la Relación de Michoacán que durante el reinado de Tariacuri, sus sobrinos Hirepan y Tangaxoan conquistaron Tiripetío y su región hacia mediados del siglo XIV, siendo desde entonces una población más de las que componían el Reino de Michoacán, que tenía su capital en Tzintzuntzan.
En mayo de 1537, los religiosos agustinos decidieron iniciar la evangelización de la Tierra Caliente, situación que aprovechó Alvarado para pedir por medio del Virrey Antonio de Mendoza que los misioneros agustinos pasaran a evangelizar los territorios de su encomienda de Tiripetío, pues llegaban cerca de la Tierra Caliente y él les ayudaría en la edificación de la iglesia y el convento. Para esta misión evangelizadora fueron nombrados los padres fray Juan de San Román y fray Diego de Chávez y Alvarado, éste último, sobrino del encomendero. De esta manera salieron los religiosos de México el 22 de mayo y arribaron al pueblo el 12 de junio de ese 1537. Desde ese día, y gracias al apoyo del encomendero y a la buena disposición de los indígenas, los frailes iniciaron el trabajo de enseñar en estas tierras el evangelio cristiano.
Los padres San Román y Chávez comenzaron su labor evangelizadora trazando, construyendo y planeando el pueblo y la construcción de un convento que les sirviera de centro doctrinal. Su primera edificación fue una choza de adobe a manera de iglesia, tras la construcción de esta obra, se dieron a la tarea de enseñar la doctrina a la vez que ellos aprendían el idioma de los naturales.
Igual que muchos de los pueblos fundados o reorganizados por frailes, la planeación del nuevo pueblo de Tiripetío corrió a cargo de los religiosos, pero como caso poco común, éstos fueron auxiliados por un grupo de oficiales españoles que residían en México y que habían sido traídos por el encomendero. Éstos llegaron al pueblo el mismo año de 1537, y adiestraron a los indígenas y a los mismos frailes en los trabajos de cantería y herrería para las grandes construcciones que ahí se realizaban. De esta manera, los frailes dispusieron que el nuevo asentamiento para el pueblo, que antes se encontraba disperso en la ladera del cerro del águila, se ubicara sobre un terreno más plano, trazado a la manera española con calles, plazas, lotes para las nuevas casas y agua potable.
|